Recuerdo de una noche (1940) 02/06/2014

Año: 1940   Guión: Preston Sturges   Música: Frederick Hollander   Fotografía: Ted Tetzlaff   Título original: Remember the Night
Intérpretes:

Referencias externas cineastas:

Billy Wilder

Referencias externas películas: Si no amaneciera, Medianoche, La vida íntima de Julia Norris, Perdición, El apartamento


Son muchos los que encumbran a Mitchell Leisen como uno de los grandes del cine de la época dorada de Hollywood y que es lamentable que hoy en día su nombre no tenga el renombre, el prestigio y la fama de otros autores de esa época. Yo no soy uno de ellos, de hecho me parece un cineasta sobrevalorado y que tiene muchas películas insulsas y anodinas, pero eso no quita que reconozca sin problema que también dispone de joyas asombrosas en su filmografía como Si no amaneciera, Medianoche, La vida íntima de Julia Norris y sobre todo esta espléndida obra llamada Recuerdo de una noche por una sencilla razón: cada vez se me hace más difícil que una película o una canción me emocione (de hecho últimamente solo lo consiguen algunas canciones de Extremoduro) y por ello lo admiro profundamente cuando un film también produce esa reacción en mí.

Recuerdo de una noche


Lo primero que me llama la atención es que la mítica química entre MacMurray y Stanwyck en esa Obra Maestra llamada Perdición de Wilder no fue fruto de la casualidad, y que ya quedó palpable 4 años antes en esta película. Sinceramente no se puede hacer mejor. Qué interpretaciones, qué soberbia sintonía entre ambos actores y sobre todo, y lo que más admiro, la gran autenticidad en lo que se está contando.

Siempre me ha parecido doña Barbara Stanwyck una actriz prodigiosa en todos los géneros y que brilla en cualquier papel, pues su inmenso talento la hace estar siempre perfecta. De lo que no estaba tan seguro es que Fred MacMurray llegase a estar a su altura interpretativa y que mantuviese el tipo en todas las escenas que comparten (que son muchas y muy intensas). Pues bien, se podría decir que estamos ante una de las más grandes interpretaciones de la carrera de este magnífico actor, a la altura de sus emblemáticos papeles en Perdición o en El apartamento.

Esto en cuanto a las impecables interpretaciones, pero en cuanto a la labor de Leisen como director yo destacaría, una vez más, la autenticidad, sobriedad y realismo de la puesta en escena. Cómo una simple historia de amor puede ser contada con tanta verosimilitud, tanta sencillez, tanto candor y tanta sensibilidad. Se respira el calor humano de los personajes, tanto en la pareja protagonista, como en esa entrañable y dulce familia liderada por una soberbia Beulah Bondi como adorable madre repleta de ternura, comprensión y bondad. Dan ganas de que vuelvan a repetirse los momentos amargos, duros y decepcionantes si con eso consigues ser amparado, arropado y querido por estos personajes. Y que una película consiga esto dice mucho a su favor. Que cale así y que te involucres en la historia, y que solo con la mirada de los personajes ya sepas lo que están pensando solo lo consigue el cine en estado puro, y aquí los hay. Vaya que sí los hay.

Por tanto, seamos justos, pongamos a Leisen donde se merece: un realizar de filmografía muy irregular y mediocre, pero que cuando atinaba (y atinó varios veces) conseguía oro en los fotogramas que filmaba, consiguiendo además que, por enésima vez, me enamore de nuevo ante la gran Barbara Stanwyck.

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