Avatar (2009) 19/01/2010


Como no podía ser de otro modo, hace ya bastantes días caí en la tentación de ir al cine a ver Avatar para disfrutar de la película en una inmensa pantalla cinematográfica con mi gafas 3D. Y disfruté y me gustó y me lo pasé muy bien. No me decepcionó en absoluto, como nunca lo ha hecho, James Cameron.



Es difícil no dejarse llevar por todas las alabanzas y elogios que la película está recibiendo sin parar, pues cualquier calificativo sobre su abrumador espectáculo visual se queda corto a la hora de describirla. Pero, con sinceridad, ¿es esto suficiente? Para mí desde luego no. Digamos que se trata de una película para ver y disfrutar visualmente, pero no para utilizar el cerebro una vez vista. Según van pasando los días, te vas dando cuenta, cada vez más, de lo simple, pueril, básico, estereotipado y convencional que es el film, film que va cayendo en todos los tópicos habidos y por haber.

Desde luego, yo a una película le pido siempre dos cosas: que me sorprenda tanto visual como intelectualmente (esto también se lo pedía, en mi juventud, a las chicas, pero era aún más difícil de conseguir). Todo lo que se ve argumentalmente está ya visto; yo, al menos, lo he visto antes muchísimas veces. Para empezar, toda la batalla final no es más que una puesta al día, eso sí, técnicamente irreprochable, de la batalla de los Ewoks contra el imperio galáctico en El retorno del Jedi (y es curioso, no he visto ninguna crítica que haga referencia a este evidente paralelismo), pero también todo el proceso de aprendizaje está calcado, casi al milímetro, de clásicos como Bailando con lobos, Los inmortales, Pocahontas o Un hombre llamado caballo; incluso toda la parte militar parece confeccionada con los descartes del guión de Aliens, el regreso, del propio Cameron.

Y, de hecho, me sorprende porque, aunque pueda parecer increíble, a mí todos los guiones que ha escrito este gran visionario me han gustado y me ha parecido que tenían algo especial o, al menos, algún que otro diálogo memorable. En fin, una pequeña decepción que va aumentando a medida que pasan los días. Pero tampoco me parece tan malo, es un espectáculo recomendable, apabullante y sobrecogedor que te mantiene en vilo durante todo el metraje, y eso, al menos para mí, es encomiable. Eso sí, por favor, evitad a toda costa pensar en serio en ella, pues es una estupidez caer en esa decepción solo por haber sido tan ingenuo de querer buscar en un film más de lo que realmente ofrece.

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