Sufragistas (2015) 22/01/2016

Año: 2015   Guión: Abi Morgan   Música: Alexandre Desplat   Fotografía: Eduard Grau   Título original: Suffragette
Intérpretes:


Hacia años que no escuchaba aplausos en un cine fuera del día del estreno, y eso fue lo que ocurrió un lunes cualquiera al finalizar la proyección de esta película inglesa de la que no había oído hablar sobre la encarnizada lucha que llevaron a cabo estas mujeres a las que despectivamente la prensa británica de la época llamó "suffragette" por exigir pacíficamente el derecho a votar.

Sufragistas


Cuando estos días en el Parlamento Español se ha hecho mofa y befa a cuenta de una diputada que apareció en el hemiciclo con su bebé he recordado a estas heroínas inglesas que tras pedir pacíficamente su derecho al voto se vieron obligadas, ante la indiferencia y la burla generalizadas, a radicalizarse dispuestas como estaban a perderlo todo: trabajo, casa, maridos, hijos, incluso la propia vida en su lucha por la igualdad.

Siempre he pensado por qué tuvo que ser un director alemán el que nos contara la gran epopeya hispana del Descubrimiento y Conquista de América con aquella adaptación de la novela de Sender "Aguirre o la cólera de Dios" con la que Werner Herzog nos puso los pelos de punta. Pues bien, eso es lo que se preguntaron Sarah Gavron y el grupo de mujeres que pusieron en pie este proyecto, ya que nunca antes el cine británico había abordado el tema de las "suffragettes". Una historia conmovedora y también impactante que valía la pena contar cosa que no se alcanzó hasta el 2014 cuando finalmente se consiguió financiación y todos los escollos con los que se encontraron a lo largo de casi ocho años fueron solventados.

Como ha señalado Javier Ocaña en "El País" la directora y su guionista la dramaturga Abi Morgan han realizado "la configuración de una victoria sobrecogedora" y lo han hecho "con rabia, con delicadeza, con elegancia, con justicia, con pasión y con verdad" porque el tema además de conmovedor es verdaderamente indignante.

Como digo es una lección de Historia digna de ser contada, un retrato político y social de una época no tan lejana, apenas cien años, en los albores de la Primera Guerra Mundial, hecha con rigor y dignidad sin demagogia barata y una puesta en escena muy eficaz que consigue transmitirnos la miseria y la humillación constantes en las que transcurría la vida de la mujer trabajadora en una monarquía parlamentaria supuestamente democrática y avanzada.

Meryl Streep aceptó con entusiasmo aparecer unos minutos en la pantalla interpretando a la emblemática señora Pankhurst encarcelada en diversas ocasiones y líder indiscutible del movimiento al fundar junto a su hija Christabel en 1913 la Unión Política y Social de la Mujer. Otro personaje real es la maestra Emily Davison a la que interpreta Natalie Press que no duda en inmolarse por la causa al arrojarse a los pies del caballo propiedad del rey George V en el famoso Derby de Epson en junio de 1913.

Es decir que aparecen en la película mujeres que representan diferentes estratos sociales y lo que cada uno de ellos arriesga y aporta a la lucha, pero la directora se centra sobre todo en un personaje de ficción, Maud, que interpreta con gran equilibrio entre la fragilidad y su valiente decisión de jugárselo todo una vez radicalizada, la actriz Carey Mulligan en el papel de la joven obrera explotada desde niña en una lavandería industrial, presunta madre soltera a resultas de esa doble explotación laboral y sexual. También presuntamente casada a instancias del abusivo capataz con un guapo obrero que se presta a ello, no sé sabe a cambio de qué, pero uno se lo puede imaginar. El joven marido responde a los esquemas machistas de la época oponiéndose frontalmente a la progresiva rebeldía de su esposa causándole con su actitud dolorosos problemas añadidos con los que no va a poder chantajearla pese a lo insoportable de la situación.

El lujoso elenco y la realización de Gavron no es en absoluto acartonada ni panfletaria sino todo lo contrario pues consigue impactar al espectador y emocionarle haciendo muy creible, próximo y cercano este episodio real ocurrido hace cien años en la democrática Inglaterra, pero que en muchos lugares de este mundo globalizado sigue ocurriendo ahora, en este mismo instante e incluso muy cerca de nosotros, pues desgraciadamente y pese a los logros la mujer sigue siendo un simple objeto constantemente manipulado y humillado.

Logros, no lo olvidemos, conseguidos con "sangre,sudor y lágrimas" por lo que la película nos deja la amarga lectura de que sólo con el martirio es posible el reconocimiento y la victoria ya que efectivamente la muerte de la maestra Emily Davison a los pies de los caballos fue lo que puso sobre la mesa internacionalmente el derecho al voto femenino que se consiguió de manera efectiva, en primer lugar en Nueva Zelanda gracias al movimiento liderado por Kate Sheppard, aunque no pudieron presentarse como candidatas hasta 1919.

También espabilaron en Australia del Sur en 1861 y en los Estados Unidos fue el Territorio de Wyoming el primero en 1868. En Europa el primer país fue Finlandia en 1907 cuando aún formaba parte del Imperio Ruso y en Gran Bretaña, en donde suceden los hechos que vemos en la película, tuvieron que esperar hasta 1928 pero es que las francesas esperaron aún más, casi al final de la Segunda Guerra Mundial en 1944, lo cual no deja de ser sorprendente en el país de la "egallité, la liberté et la fraternité". En España fue en 1931 con la Segunda República si bien es verdad que después de la Guerra Civil ese derecho se perdió como tantos otros.

Ya digo lucha denonada y muchas veces heroica de mujeres valientes y solidarias a las que no importó sacrificarse por las demás. En América Latina fue Uruguay el pais pionero y en la mayoria de paises de cualquier latitud la lucha por el voto femenino ha sido y es el que ha llevado al sufragio universal.

No quiero dejar de mencionar al estupendo actor Brendan Gleeson que encarna al policía que intermedia en esta lucha dando una de cal y otra de arena a estas mujeres que, sabe de sobra que tienen razón, pero que intenta llevarlas al redil del que no debieron salir, es decir, a que se conformen con ser paridoras y mano de obra barata a las ordenes de sus maridos que tanto las quieren y de sus patronos que les dan la oportunidad de trabajar. Evidentemente no lo consiguió a pesar de la cárcel y la violencia con que fueron tratadas, y lo peor la burla y el escarnio al que fueron sometidas estas maravillosas "suffraguette".

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